Hay una linda historia que me esfuerzo de tener en mente cuando, por lo que me pasa o molesta, siento el impulso de reaccionar y de usar mi muy cortante lengua. Ahora ya canoso, y porque la vida a veces en una manera dura me ha ablandado, he aprendido (no siempre) a como usar mis palabras en un modo más benévolo y cariñoso.

Aquí la historia:

Érase una vez un rey muy poderoso y amado por su pueblo. Una noche, tuve un sueño donde vio mucha sangre en el palacio real cubierto por un cielo oscuro y llenos de amenazantes rayos, y con vacas, perros y caballos muertos por todos lados. 

Al despertar, asustado, llamó a sus consejeros -y a quien más pudiera entender ese sueño- para que le dijeran lo que significaba. 

Después de mucho pensar, interpretar y discutir, uno de ellos logró interpretarlo y así, internamente contento por sentirse el más listo por su inteligencia y perspicacia entre todos, se fue a informar al rey. 

Con una cara dolorida dijo: ‘Mi rey, con mucha tristeza y pena debo decirte que este sueño es muy doloroso pero claro: toda tu familia se va a morir antes que tu’. 

Por el rey, que amaba mucho a su familia, eso fue golpe tan duro que se quedó sin palabras y con los ojos en el vacío por largo rato. De repente una enorme furia se apoderó de él y, sin más pensarlo, llamó a sus guardias y ordenó que cortaran inmediatamente las manos y la lengua de ese mensajero de mala suerte. 

Ese hecho, además de asustar a los demás, les creó una preocupación profunda porque el rey continuó pidiendo el verdadero significado del sueño. 

Nadie sabía que hacer! Un viejo sabio -que la gente casi no notaba porque siempre observaba en silencio- dijo: ‘Yo hablaré con el rey”. 

La mañana después, al amanecer, el sabio pidió audiencia y, con una cara llena de alegría y excitación, dijo: 

‘Mi rey, te tengo una noticia ESPECTACULAR! Tu sueño fue tan maravilloso y de buen auspicio, que vine en seguida a molestarte para explicártelo. 

Anoche, cuando dormía, tuve una visión maravillosa. Se me apareció un ángel lleno de luz, majestuoso y sonriente que me dijo: ‘Informa a tu rey que Dios, porque es él tan noble, glorioso y cuida a su pueblo, le dará un regalo especial: ¡Él vas a ser el más longevo de toda su familia!’

Al escuchar eso el rey se puse tan contento, pero tan contento, que promovió al sabio como su primer ministro y además ordenó que se le pagara tanto oro tal como era su peso, dinero que el sabio usó para ayudar a quien era más necesitado.

No a veces, sino SIEMPRE, en la vida se hacen errores. Al mismo tiempo, en la mayoría de los casos, se pueden mejorar y/o resolver. El mundo está llenos de opiniones que son una mezcla de dos cosas: hechos objetivos (que sin dudas se pueden y deben cambiar o mejorar) y opiniones subjetivas.

Las opiniones subjetivas son aquellas opiniones que crean malentendidos y desarmonía porque cada uno, en su interior, piensa de estar en lo correcto. Son debidas a las reacciones de acciones en forma potencial (Samskaras), y/o a la mente que cada uno tiene y que le muestra el mundo con lentes de varios colores. Cualquier sea la opinión subjetiva o cualquier verdad ‘dura y aún desagradable’ -tal como le acabé de contarles- se puede siempre decir con más dulzura y sin ofender los sentimientos de nadie.

En muchos casos, lo justo o el injusto dependen de tales ‘lentes’ y de cómo, en acuerdo a ellas, se observan e interpretan los hechos que pasan cuando se interactúa con los demás. Si lo piensas, no tiene mucho sentido hacer sufrir a nadie (si no se hace con Amor y por corregirlo). Además el Amor abre puertas y no construye muros.

Una verdad se puede expresar en dos formas: la verdad verdad (Rta, o un hecho objetivo), como dar la noticia a una persona de que unos de sus seres amados se murió, y la verdad benévola (Satya). Normalmente se debe siempre seguir la verdad verdad, (Rta) pero, cuando en la duda de que esa verdad, particularmente si es una ‘verdad’ subjetiva, puede hacer sufrir a alguien, se debe usar la verdad benévola (Satya), porque Satya representa la verdadera hermandad y el Amor que todos deberíamos tener.