Un sabio, si no es un Maestro realizado, ha entendido mucho pero está todavía en el Camino.

Como un eterno estudiante de la vida, sabe que hay dos tipos de conocimiento: el que lo acerca a la Felicidad Suprema, y cualquier otro, útil o vano que sea.

Él aprende -y sobre todo practica- siempre más el conocimiento transcendental, y desaprende de todo el resto.

Si quieres sabiduría, debes tener una mente de principiante. Un experto sabe mucho, pero así puede ver sólo lo que su educación, ambiente y experiencia le han dicho de ver.

Una mente de principiante, porque no sabe nada, tiene una mirada fresca y entusiasta, y así puede descubrir increíbles posibilidades. Vive constantemente con un asombro que no se encuentra en la mente que repite muchas veces una acción, hasta al punto que esa acción pierde su significado.

¡Vacía tu mente!

HOY, con una mente de principiante, ¡mira a tu pareja, hijo, hermano, colega o amigo!

Míralo libre de todo lo que sabes de él o ella, míralo como si lo vieras por primera vez. Descubrirás a alguien que no veías desde largo tiempo…y tal vez te enamorarás de nuevo.

Haz lo mismo con tu trabajo, pasión o emprendimiento.

Acuérdate que solamente algo vacío puede llenarse.

Tu mente vive de lo que le ha sido impuesto, y ya no sabe ver. ¡Llénala de la belleza que te rodea que, en el carrusel infinito de tus existencias, cambia constantemente!