La vida es una Gran Maestra porque a través de choques y cohesiones te da la maravillosa oportunidad de entender, aprender… y crecer.

¿Cómo lo hace? Cuando, debido a tus acciones pasadas o presentes, experimentas algún choque —sea físico, mental o espiritual—, sufres.

A veces —erróneamente— piensas que puedes depender de los demás en algo que consideras importante, pero, la mayoría del tiempo, y de la forma más dura, aprendes que eso es solo una ilusión.

Sí, porque la grandísima mayoría de los demás —así como tú— están demasiado ocupados y preocupados por miles de acciones inútiles —pero importantes para ellos— desperdiciando su tiempo.

¿Están interesados en ti? No mucho. Cuando lo que deberían hacer por ti no les interesa o no los beneficia, simplemente no lo hacen. ¿La excusa? ‘Qué pena, es que he estado demasiado ocupado(a)’, o cualquier otra razón medio coja que tú sientes que no es verdadera.

¿Es eso culpa de ellos? No, la culpa es tuya, siempre tuya. Tuya por compararte con los demás pensando que ellos lo harían como tú lo harías, y vivir en esa ilusión. Tuya por pensar que los demás tienen la misma motivación, espíritu de sacrificio o generosidad que tú tienes.

¡Despierta!

¿Qué hacer entonces? ¿Tirarte al piso y llorar por el egoísmo e insensibilidad de la gente que no te entiende? Ese no es el Camino de los guerreros y guerreras. Ellos despiertan y actúan.

Un Panakeio, una Perla, actúa. Y no solo eso. Después del choque inicial —que es natural—, perfectamente consciente de que esa gente ‘dormida’ lo necesita más de lo que inicialmente pensabas, te inspiras aún más.

Y continúa luchando…